La infame acusación de Daniel Ortega contra monseñor Rolando Álvarez en Nicaragua

Sentado en un banquillo, con una camisa de color azul y con menos peso. Así fue que se vio al obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, quien fue presentado por primera vez por el régimen de Daniel Ortega tras 116 días bajo «arresto domiciliario». El régimen Sandinista a través de la Fiscalía lo acusó «por los delitos de conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional y propagación de noticias falsas en perjuicio del Estado y la sociedad nicaragüense». La autoridad judicial controlada por la dictadura -sin precisar el nombre- le nombró al obispo Álvarez un defensor de oficio, le decretó el arresto domiciliario y programó una audiencia inicial para el 10 de enero de 2023. De esta manera, Álvarez, quien hace poco acaba de cumplir los 56 años, se convierte en el primer obispo arrestado y acusado desde que Daniel Ortega retornó al poder en Nicaragua en 2007.
La detención de Álvarez, quien también es administrador apostólico de la Diócesis de Estelí, sucedió el pasado 19 de agosto cuando la Policía Sandinista allanó la Curia Episcopal de Matagalpa donde permanecía con un grupo de sacerdotes y laicos, varios de ellos también permanecen detenidos. Uno de los primeros en pronunciarse fue el obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio José Báez, quien desde su exilio en Miami calificó de «crimen» lo que hace el régimen contra Álvarez. «Es un crimen lo que hace la dictadura de Nicaragua contra mi hermano obispo, Mons. Rolando J. Álvarez. Ultrajándolo se condenan a sí mismos. ¡Rolando, no estás solo! Estamos contigo, rezamos por ti y exigimos tu libertad. Contigo está Dios, quien no abandona a sus profetas», expresó el obispo a través de sus redes sociales.
También lo hizo Edwin Román, sacerdote que también está el exilio y quien fue uno de los más asediados en Nicaragua cuando estaba en la iglesia San Miguel Arcángel de Masaya. «Por historia quien se mete con la Iglesia cae por su propio peso. Estamos siendo partícipes del proceso de hundimiento de la dictadura criminal de Nicaragua», declaró en su cuenta de twitter.
Por otra parte, en la misma acusación contra Álvarez, el régimen incluyó al sacerdote exiliado Uriel Antonio Vallejos, a quien lo consideran «prófugo de la justicia». Además, la justicia Sandinista giró oficio a Interpol para su captura.
El sacerdote Uriel Vallejos, en agosto pasado estuvo bajo asedio de la Policía Sandinista. Permaneció encerrado durante tres días dentro de la parroquia Divina Misericordia de Sébaco en Matagalpa y posteriormente salió del país por puntos ciegos. El propio Vallejos, desde el exilio, se pronunció a través de las redes sociales. Lo hizo con dos mensajes vinculados tanto a lo sucedido con Álvarez como a la acusación contra él: «Cuando es el estreno de la película de la Dictadura? señores, su poder no es eterno, caduca; pronto los veremos en la miseria a ustedes y sus secuaces. No hay palabras en jerga Nicaragüense, para llamarlos; celebrando la Purísima, hoy acusado a un hijo de la Virgen María», declaró. «Solo a los delincuentes se les persigue. Y los delincuentes están en el poder girando orden contra los demás, escudados en su aparato represor. Sería de mucho agradecimiento a la Interpol que capture a los delincuentes que desgobiernan Nicaragua», agregó Vallejos.
En Nicaragua persiste desde el mes de junio el clima de máxima tensión contra la Iglesia, a la que Ortega ha calificado de «dictadura perfecta». La misma situación de preocupación con respecto a Álvarez acontece con sacerdotes y laicos que acompañaban al obispo cuando estaba en la casa curial acusados también de «conspiración» y «propagación de noticias falsas».
Incluso, este domingo 11 de diciembre se informó del «secuestro» de dos periodistas también vinculados a la Diócesis de Matagalpa. Esta escalada represiva contra miembros de la Iglesia Católica se da en medio de episodios que han agudizado la mirada sobre Nicaragua. Entre ellos la salida del país en marzo del nuncio apostólico Waldemar Sommertag. La propia expulsión de las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta en julio. Similar la prohibición de famosas procesiones religiosas (Virgen de Fátima, San Miguel Arcángel y San Jerónimo, entre otras).

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